ACEPTARNOS PLENAMENTE: 


Una mirada sincera a nuestro interior nos mostrara que lo que rechazamos en los demás, es lo que no aceptamos en nosotros. Se trata de la sombra, una idea desarrollada por el psiquiatra Carl G. Jung. La sombra solo resulta peligrosa, cuando no le prestamos la debida atención. Todo síntoma es expresión de una falta; es decir que algo falta para alcanzar la totalidad.
Casi todas las personas tenemos un ideal acerca de quién queremos ser, y como ocurre con todos los ideales, casi nunca coincide con la realidad. Esto en sí no es negativo ni sorprendente, pues esa diferencia entre lo ideal y la realidad ocurre en muchos órdenes de la vida. El problema aparece cuando esa diferencia desencadena una frustración que nos lleva a enfadarnos con nosotros mismos por no ser capaces de alcanzar aquello que perseguimos, y que erróneamente pensamos que nos haría sentirnos bien. El no vernos reflejados como creemos que nos gustaría ser nos puede llevar a sentirnos frustrados y a no gustarnos a nosotros mismos, o lo que es igual: no aceptar nuestros defectos, ni tampoco mirar ni valorar nuestras virtudes.
Conviene aclarar que muchas veces entendemos que aceptarse es resignarse o conformarse. Nada más lejos de la realidad. Aceptarse es mirarse a sí mismo, y desde esa aceptación proponerse cambios, pero cambios realistas, o convivir activamente y de forma provechosa con quienes somos. Y esto no es resignarse.
Para poder aceptarnos es necesario dedicar un tiempo para encontrarnos con nosotros mismos, pero no para agobiarnos con todo lo que deberíamos haber hecho o nos falta por hacer, dar vueltas a cualquier hecho que nos tiene preocupados o aislarnos con nuestras preocupaciones o pensamientos recurrentes. Más bien, para darnos un respiro de las preocupaciones y una tregua de las obligaciones, conectar con nuestra propia soledad y sentirnos y conocernos más y mejor. Y desde ahí, centrados en ese momento presente experienciar lo que estamos viviendo, pensando y sintiendo.
Y durante ese tiempo, se pueden agolpar los pensamientos, o nos vendrán de uno a uno, o puedo que no venga ninguno. A los pensamientos hay que dejarlos pasar, sin pararnos en cada uno de ellos, ni concederles interés. Y esto vale también para las emociones o para otras sensaciones. Al principio puede que ese tiempo incomode e inquiete, igual que la primera vez que compartimos un espacio y un tiempo con alguien a quien no conocemos. Pero debemos encontrar el gusto y el placer de disfrutar más de nuestra propia compañía, y valorarla más. Todo lo que reprimimos nos debilita hasta que descubrimos que también constituía una parte de nosotros mismos.
Nuestras virtudes serian admirables si no estuviesen contaminadas con nuestros defectos…y si accediéramos a la biografía de nuestros enemigos y comprendiéramos la tristeza y el sufrimiento que padecen, nuestra hostilidad se desvanecería. Un enemigo es nuestro tesoro oculto dentro de nuestra casa o templo, debemos cuidarlo porque constituya la mejor ayuda en el camino de la iluminación y de la aceptación plena.

Camino a la Luz

Carlos Batista
Tu opinión para mí siempre será importante…Queda en Paz.

0 comentarios:

Copyright © 2013 Camino a la Luz and Blogger Themes.