POR QUÉ OLVIDAMOS?

Los mecanismos de la memoria y el olvido responden a nuestra configuración cerebral, pero también a nuestras emociones, al estado fisiológico del cuerpo o al ambiente en el que nos encontramos. Saber cómo funcionan estos procesos puede ayudarnos a reforzarlos, a aprender de forma duradera y eficaz, y a combatir los problemas en la senectud.
A medida que nos hacemos mayores, empezamos a temer el olvido. Cuando comenzamos a olvidar cosas habituales, lo que más tememos es que eso sea el principio de una grave enfermedad mental, como el Alzheimer. Pero, aunque todos estamos expuestos a padecer algún tipo de demencia, las señales de olvido que aparecen tempranamente – Antes incluso de los 50 años- no conducen necesariamente a una enfermedad mental. El olvido tiene muchas causas, no siempre patológicas y olvidar no siempre es malo.
Desafortunadamente, el olvido puede consistir también en la perdida de conexiones entre las neuronas. En la mayoría de las personas mayores, las memorias más vulnerables al olvido son las más recientes. Para evitarlo, conviene no descuidar el mantenimiento de las memorias ya formadas o en curso de formación utilizando recursos como el repaso mental de lo que no queremos olvidar y ayudándonos con anotaciones. Cuidar las condiciones de salud que permiten que el cerebro reciba suficiente oxígeno y glucosa es muy importante. Amigos, son formulas sencillas y de probada eficacia. Lo es también el mantener actividad intelectual de todo tipo, sin esperar milagros ni dejarnos engañar por productos químicos o informáticos que, aunque no se nos diga, suelen tener una limitada efectividad para mejorar las capacidades mentales. En cualquier caso, buena parte del déficit mental de la senectud puede suplirse con una actitud positiva que nos motive a esforzarnos para mantenernos en forma tanto física como psíquicamente.

Camino a la Luz

Carlos Batista
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